¿Eres un generalista o un especialista?

Especialistas en la era industrial. Hulton Collection

"Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola y grande". Arquíloco, poeta griego.

Desde la época del Renacimiento, cuando los polifacéticos (generalistas) como Leonardo Da Vinci florecieron, ha existido un debate en el mundo laboral sobre las ventajas y desventajas de generalistas y especialistas.

Durante la Revolución Industrial, los trabajadores comenzaron a adaptarse a las transformaciones tecnológicas del momento. Éstos trabajadores debían especializarse en realizar una tarea específica durante toda la jornada laboral. En mi opinión, y a diferencia de los que catalogan a estos empleados de factorías como generalistas, considero que estos trabajadores eran especialistas de un nivel básico. Aunque nunca llegaron a estudiar las teorías y los pormenores técnicos de sus tareas, considero que lograron una especialidad por el número de horas que le dedicaron a tales labores. Pero, para estar o no de acuerdo con los usos de estos términos, consultemos las definiciones de la Real Academia de la Lengua:

-Generalista: De acuerdo con la definición de la Real Academia de la Lengua, es una persona que en su profesión domina un amplio campo de conocimientos.

-Especialista: De acuerdo con la definición de la Real Academia de la Lengua, es una persona que cultiva o practica una rama determinada de un arte o ciencia.

Anchura y profundidad

Para entender un poco mejor la diferencia entre los dos, podemos hablar de anchura y de profundidad, en cuanto a conocimientos se refiere. Mientras un generalista suele abarcar un amplio repertorio de habilidades (piensa en un médico generalista), un especialista se enfoca en algo específico, profundizando lo máximo posible (un neurólogo, por ejemplo).

En la época de la Revolución Industrial, la mayoría de empleados se especializaban de forma básica en las factorías, mientras abogados, ingenieros y científicos llevaban su especialización lo más profundo que podían. Solo en las elitistas universidades de entonces, algunos privilegiados se daban el gusto de aprender acerca de muchos temas: ciencias, literatura, filosofía, música, etc. (lo que hoy se denomina Letras o Humanidades), sin especializarse en un campo específico. Es decir, eran generalistas.

Llega el internet...

A medida que se cerraba el siglo XX y con la llegada de una nueva ola tecnológica (el internet), las empresas comenzaban a reclutar una nueva generación de trabajadores especializados que pudieran desarrollar todas estas herramientas de software y hardware.

Para supervisar a todos estos especialistas, se requerían personas conocedoras de los funcionamientos de la empresa, sin necesidad de especializarse en ningún área específica. Por lo tanto, generalistas y especialistas convivían en el mundo empresarial. Pero, desde el comienzo del siglo XXI, el concepto del generalista ha perdido fuerza. Algunos expertos consideran que el valor de los generalistas comenzó a perder fuerza cuando la mayoría de empleos dejaron de ser vitalicios. Hoy en día, los trabajadores cambian de trabajo cada varios años y parece no requerirse la presencia de supervisores sin ningún tipo de especialización.

Los especialistas van ganando

Hoy en día, parece valorarse más a un experto o especialista en un campo específico (desarrolladores de Java, ingenieros de computación, etc) que a un generalista, o aprendiz de todo y experto en nada. Muchos expertos en el campo laboral, como Lynda Gratton, abogan por la pérdida de importancia de los generalistas en un futuro cercano.

Hay lugar para los dos

Desde mi punto de vista, creo que ambos pueden ocupar lugares importantes dentro del mercado laboral. Si bien es verdad que las empresasdesean especialistas para ocupar su inmensa mayoría de empleos, y que estas organizaciones necesitan gente preparada que agregue valor de inmediato; muchas de las personas que fundan  estas compañías son generalistas por naturaleza. O como mínimo, una mezcla entre ambos.

Por ejemplo, para ocupar una posición de ingeniero, científico, matemático, abogado o economista, se requiere un nivel de preparación alto (mínimo una carrera universitaria) y años de experiencia (regla de las 10,000 horas de práctica para considerarse un experto).

Pero para ocupar posiciones ejecutivas o de alto nivel administrativo, no siempre conviene contratar a estos especialistas o expertos, ya que tienden a observar todo desde un punto de vista demasiado limitado como para implantar una visión estratégica de la organización. Los generalistas se destacan por su adaptabilidad a nuevos ambientes, una habilidad para conectar conocimientos sobre varios campos diferentes.

Y en el futuro...

Quizá el futuro más cercano le sonría más a los especialistas, por los avances tecnológicosde nuestra época y la continua búsqueda de personal altamente cualificado en campos como la ingeniería y la ciencia. A ellos les recomendaría aprender un poco de los generalistas (aunque aprender un poco de algo vaya en contra de su naturaleza). Podrían aprender a expandir sus horizontes, ya que el campo en el que se han especializado podría desaparecer o devaluarse por el uso de robots y otras tecnologías.

Y los generalistas, de cara a un futuro más prometedor, podrían optar por profundizar un poco más en alguna de sus áreas de interés. De esa forma, podrían agregar más valor a su trabajo, y no tendrían que depender tanto del trabajo de los especialistas.

Los dejo con un fragmento del famoso ensayo de Isaiah Berlin "El erizo y la zorra", en el que uno puede diferenciar los dos tipos de pensadores, generalistas (zorros o zorras) y especialistas (erizos):

"Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola y grande". La fórmula, según Isaiah Berlin, puede servir para diferenciar a dos clases de pensadores, de artistas, de seres humanos en general: aquellos que poseen una visión central, sistematizada, de la vida, un principio ordenador en función del cual tienen sentido y se ensamblan los acontecimientos históricos y los menudos sucesos individuales, la persona y la sociedad, y aquellos que tienen una visión dispersa y múltiple de la realidad  y de los hombres, que no integran lo que existe en una explicación u orden coherente pues perciben el mundo como una compleja diversidad en la que, aunque los hechos o fenómenos particulares gocen de sentido y coherencia, el todo es tumultuoso, contradictorio, inapresable".

Fuente: "El erizo y la zorra", Isaiah Berlin, 1953